OpEd

La curiosa sintonía de Trump con Biden

Trump y Biden no podrían ser personas más diferentes. Pero si ignoramos el ruido diario y miramos un poco más allá de la superficie, nos daremos cuenta de que en realidad hay muy pocas diferencias fundamentales en la política exterior de Trump y Biden.

Aunque sólo han pasado dos semanas, parece que Trump lleva un año como presidente. La intensidad de los acontecimientos ha desdibujado nuestro sentido del tiempo. Y no es culpa nuestra. En estas dos semanas, Trump ha anunciado su intención de anexionarse Groenlandia y Canadá, apoderarse del Canal de Panamá, cambiar los nombres de montañas y océanos, imponer aranceles a China, México y Canadá, cerrar USAID, limpiar Gaza de palestinos, etc., etc. Semejante intensidad de acontecimientos sería suficiente para llenar el mandato de una presidencia entera, y más aún sus dos primeras semanas.

Muchos han intentado dar una explicación ideológica a estas acciones de Trump, colocando así su presidencia en la categoría de presidencias estadounidenses no convencionales como las de los presidentes Nixon y Reagan. Sin embargo, creo que la mejor explicación del comportamiento de la presidencia de Trump la ha ofrecido su estratega de mucho tiempo, Steve Bannon. Bannon ha advertido durante mucho tiempo a Trump que, en el ejercicio del poder presidencial, los verdaderos enemigos no son los demócratas, sino los medios de comunicación. Y la mejor manera de luchar contra los medios de comunicación es "llenar el discurso público de mierda". Crear la mayor confusión posible. Así que la idea es producir tantas noticias que (1) los medios no tengan tiempo de verificar todo lo que se dice y se hace, y (2) la intensidad de los acontecimientos y las noticias cree la impresión entre la gran mayoría de los ciudadanos estadounidenses de que algo está sucediendo y las cosas se están moviendo en la dirección correcta. Y lo que realmente sucede no importa porque la política es un espectáculo, es teatro. Todo puede ser verdad y nada puede ser verdad. El objetivo es crear un entorno confuso donde los hechos pierden importancia y la verdad se vuelve relativa. En este entorno, la voz más poderosa se convierte entonces en la verdad absoluta. Y no hay voz más poderosa que la voz del presidente de Estados Unidos.

Y eso es exactamente lo que hemos visto estas últimas dos semanas. Trump inundó el discurso público con una avalancha de decisiones y declaraciones. La imagen que se creó fue que Trump había llevado a Estados Unidos por un rumbo político radicalmente diferente al de Biden. Una América que ponga los intereses de Estados Unidos en primer lugar. Pero si ignoramos el ruido de Trump y miramos un poco más allá de la superficie, nos daremos cuenta de que en realidad hay muy pocas diferencias fundamentales en la política exterior de Trump y Biden.

Ambas presidencias han tratado a China y Rusia como "competidores estratégicos" de Estados Unidos. Biden ha continuado (e incluso endurecido) los aranceles que Trump impuso a China durante su primera presidencia. Explotó la invasión rusa de Ucrania para impulsar las políticas de Trump de aumentar el gasto de defensa de la OTAN y la independencia económica y energética del continente europeo respecto de Rusia. Implementó el acuerdo de Trump con los talibanes para retirarse de Afganistán. Y, al igual que Trump, se negó a renovar el acuerdo nuclear con Irán y explotó el conflicto en Medio Oriente para degradar aún más las capacidades militares de Irán. En Medio Oriente, Biden adoptó los Acuerdos de Abraham de Trump y mantuvo buenas relaciones con MBS de Arabia Saudita, a quien había declarado dictador durante la campaña.

Y ahora que la posta pasa a Trump, hay muchas posibilidades de que Trump, a pesar de la narrativa pública, continúe con las políticas clave de Biden. De hecho, ahora me ha confirmado algunos de ellos. Trump continuó apoyando a Ucrania con armas, continuando las políticas de Biden hacia Rusia. Al mismo tiempo, al igual que Biden, Trump seguirá insistiendo en un mayor gasto de defensa de la OTAN y en la autonomía económica y energética de la UE respecto de Rusia. Del mismo modo, Trump sigue dando a Israel “carta blanca” de amplio apoyo político y militar. Es obvio que Trump profundizará aún más la cooperación con Arabia Saudita. Al igual que Biden, Trump seguirá oponiéndose al ascenso de China y seguirá consolidando la presencia estadounidense en el Pacífico, ya sea directamente o a través de alianzas como QUAD. 

Si quieres, echa un vistazo también a nuestra región. Las políticas de Biden en nuestra región han sido esencialmente idénticas a las políticas de la administración Trump. Ambos han diseñado sus políticas sobre la importancia de mantener la alianza y la asociación con el actor clave en nuestra región: Serbia. No porque amen a Serbia, sino porque en realidad es el factor más importante de nuestra región. Y esto definitivamente continuará durante la segunda presidencia de Trump.

"E pluribus unum" ha sido el lema de los Estados Unidos desde su fundación. Lo encontramos en banderas, logotipos oficiales, edificios públicos, billetes… en todas partes. Y esto también se puede comprobar en política exterior. "De muchos, uno" refleja el enfoque estadounidense de que, a pesar de sus desacuerdos internos, en el escenario internacional siempre estarán representados unidos. Ésta es también la razón por la que la coherencia de la política exterior estadounidense no es una novedad. Al menos desde la Segunda Guerra Mundial, el cambio de administraciones de demócratas a republicanos y viceversa nunca ha cambiado los principales vectores de la política exterior estadounidense. No han cambiado porque están dictados por factores estructurales como las tradiciones históricas, los valores políticos, las aspiraciones culturales, los recursos naturales, la geografía y la economía. Y estos fundamentos de la política estadounidense, por su propia naturaleza, no cambian rápidamente. Esta es también la razón por la que hasta la fecha ninguna presidencia ha conseguido cambiarlas. Ni siquiera Trump cambiará estas cosas.