Hay días que son simplemente días del calendario y hay días que quedan grabados en la historia, en la memoria, en el corazón de un pueblo. Hoy es uno de esos días; Día de la Independencia de Kosovo, el día en que el sueño centenario de una nación se hizo realidad.
Hace 17 años, el 17 de febrero, en nuestra amada tierra se escuchó una voz que resonó hasta las montañas: "¡Kosovo es libre"!
Fue la voz del coraje, del sacrificio y del espíritu indomable de un pueblo que nunca bajó la cabeza. Un pueblo que, frente a la oscuridad, encendió la luz de la esperanza y caminó hacia adelante, con la frente en alto y el corazón lleno de fe.
Pero ningún viaje hacia la libertad se hace solo. La historia de Kosovo es también la historia de nuestros amigos, aquellos que vieron nuestra verdad y nos apoyaron en los momentos más importantes. 17 países, los primeros en reconocer nuestra independencia, fueron como los primeros rayos de luz de la mañana, allanando el camino para el reconocimiento de una realidad innegable: ¡Kosovo es y seguirá siendo libre!
Y hoy no sólo celebramos una fecha. Celebramos la sangre y el sudor de quienes nos trajeron hasta aquí. Celebramos a quienes marchan adelante con la bandera en sus hombros, aquellos que dieron todo por un futuro mejor. Celebramos con los niños que hoy aprenden, cantan y sueñan en un Kosovo independiente.
Los sonidos del piano, los versos de la poesía, la melodía del violín y la energía de nuestra canción son más que arte, son la voz del alma de una nación que nunca olvida, nunca se rinde y siempre apunta más alto. En cada nota, en cada palabra, en cada paso de nuestra danza, sentimos el peso de la historia y el poder del futuro.
Kosovo es más que un país. Es un juramento, una responsabilidad y un orgullo. Es la historia de un pueblo que creyó en su propia luz y no permitió que nadie la apagara. Y hoy, en este gran día, volvemos a decir, con una sola voz unida: ¡Feliz Día de la Independencia, Kosovo! ¡Adelante con corazón, adelante con coraje, adelante con grandes sueños!
